UN PUEBLO EN EL OLVIDO
BARQUISIMETO, VENEZUELA
2016


Los Yukpa, hoy asentados en los alrededores de la avenida Las Industrias de Barquisimeto, Venezuela, donde —según ellos— pronto llegarán más.
Allí viven 110 familias en casas improvisadas con palos, tablas de madera y bolsas. En ellas se distribuye una pequeña comunidad que no mantiene un orden jerárquico definido, contrario a lo que la historia cuenta sobre su organización social. Alfonso es quien “pone orden”; de ninguna manera es el representante del grupo (y mucho menos el jefe). No pude conocerlo porque estaba trabajando. Fue Evencio quien me recibió, uno de los pocos que habla español con fluidez. Tiene 30 años y está a cargo de 6 hijos; algo que podría parecer una locura en estos tiempos, pero para él no lo es.
“Llevamos aquí más de un año, venimos de la Sierra de Perijá porque allá no hay nada; no hay comida, no hay trabajo, todo es un problema. Aquí, el gobierno viene de vez en cuando y nos ayuda con comida, nos prometieron tierras y casas, bueno, estamos esperando eso. También la gente pasa y nos ayuda, nos dan comida y ropa. Yo trabajo haciendo sombreros, como muchos aquí; al día se venden entre 1 y 3 (entre 1000 y 2000 bolívares cada uno, según el tamaño). Otros van a limpiar vidrios o a pedir en los semáforos. Estamos bien, estamos mejor que en la Sierra de Perijá”.
¿Mejor que en la Sierra?
Según la historia, el pueblo Yukpa era una comunidad dedicada a la agricultura, la caza con flechas, la pesca con arpón, la recolección y la ganadería. Los hombres invertían su tiempo en la caza y en la fabricación de los instrumentos para ello, mientras las mujeres se encargaban de la siembra y el cuidado de la huerta. Hoy vi una comunidad en completo abandono, obligada a dejar sus tierras por la falta de oportunidades, la minería ilegal y la real ausencia de voluntad de los gobiernos para apoyar a nuestros pueblos indígenas. Viven en condiciones insalubres, en chozas improvisadas, expuestos a toda la realidad del país que nos golpea tan fuerte. Dejaron atrás sus tierras, su cultura, para de alguna manera entrar en la nuestra, pero sin tener las herramientas necesarias para enfrentarse a nuestro modo de vida.





































